En el último año y medio los campos de la zona, que tradicionalmente han tenido una fuerte dependencia del cliente internacional, han visto aumentar el número de abonados del país
Auténtico BOOM
Los campos de golf de la provincia de Girona reconocen haber vivido un “auténtico boom” este pasado verano gracias sobre todo al turismo nacional y de proximidad como el francés, que ha suplido, en parte, el descenso del cliente de otras nacionalidades que no se ha atrevido a viajar por las restricciones derivadas de la pandemia. “Hemos hecho el pleno, ha sido un verano mejor que el del 2018 y el 2019”, explica Mireia Plana, directora comercial del Golf de Pals. “Un julio y agosto así no lo había visto nunca en veinte años que llevo en este mundo”, agrega Núria Bech, directora de Golf Peralada. Algo inaudito teniendo en cuenta que el verano es temporada baja para los golfistas, que prefieren el otoño y primavera para la práctica de un deporte que ayuda a desestacionalizar el turismo y a aumentar el gasto. De media el cliente de golf gasta a diario unos 200 euros, siete veces más que el veraneante convencional, según un estudio del Patronat de Turisme de Girona.
En el último año y medio los campos de la Costa Brava, que tradicionalmente han tenido una fuerte dependencia del cliente internacional, han visto aumentar el número de abonados del país. En 2020, la mitad de los jugadores que pisaron el green en la provincia de Girona eran nacionales. Y el auge del turista de proximidad (español y francés, que vive a pocas horas en coche de Catalunya) se ha mantenido este verano. Franceses como Wiliam Pachón, de Tolouse, que durante cinco meses reside en el resort del PGA Catalunya, han retomado la afición en los últimos meses.
El sector confirma que el cliente nacional que ha decidido pasar sus vacaciones en casa ha redescubierto un producto turístico que la pandemia no ha penalizado en exceso. “Es un deporte al aire libre, que garantiza distancias de seguridad y su práctica implica salud; caminas unos 9 km”, explica el presidente de la Federació Catalana de Golf, Ramon Nogué, que cifra en un 4% el aumento de licencias otorgadas este año en España tras una década de pérdida de jugadores. “El público de proximidad ha aumentado y hemos detectado nuevos practicantes y golfistas que aparcaron el hobby y que han vuelto a jugar”, constata Marc Casadellà, director del Pitch and Putt de Gualta.
El sector empieza a recibir reservas del mercado británico, desaparecido durante la pandemia
Los campos de la Costa Brava recibieron en el 2020 un total 115.842 jugadores, un 40% menos que en el año anterior. Las previsiones para este otoño son “buenas”. “La tendencia hasta noviembre es muy positiva a pesar de que la turoperación ha pinchado; pero hay un goteo de alemanes, belgas, holandeses y suizos”, explica Kilian Archelaguet, director gerente del Club Golf Torremirona de Navata.
El sector anticipa brotes verdes que pueden ayudar a mejorar las cifras. En el PGA Catalunya, de Caldes de Malavella, notan el despertar de las reservas del cliente del Reino Unido, que tradicionalmente había representado el 45% de la clientela. “Hasta finales de año el peso del mercado británico supone ya el 25%”, subraya el consejero delegado del PGA, David Plana. El equipamiento en el último año ha invertido seis millones en la mejora del campo y en un centro de salud.
Lo que de momento no se ha recuperado es la turoperación. “Ahora deberíamos estar vendiendo la primavera del año que viene y está todo parado”, explica Ramon Quintana, de la empresa Costa Brava Golf Breaks. Se echan en falta a los escandinavos, un colectivo que solía salir a jugar a golf unas cinco veces al año. “Antes estaba lleno de jugadores de países nórdicos, incluso había chinos, americanos y japoneses”, constata el socio del PGA Àngel Mínguez, un vecino de La Llagosta, que retomó la afición en julio del 2020.
En 2020, los campos recibieron 115.000 jugadores, un 40% menos que en 2019; la mitad, nacionales
La pandemia ha dejado otros cambios: hay más grupos reducidos, que en muchos casos reservan directamente y con menos margen de tiempo. “Si antes lo hacían con un año de antelación, ahora lo hacen como mucho dos o tres meses antes”, explica Núria Font, directora general del Empordà Golf de Gualta , instalaciones que en el último año han renovado el hotel y cuentan con una nueva casa club.